La digitalización de las universidades es un elefante, y además, de los africanos. A muchos, su sola presencia les paraliza o les hace huir. La realidad, es que es un bicho demasiado grande como para poder comérselo de una vez, y menos comérselo uno sólo. Por otro lado, tampoco habíamos sentido la necesidad de hacerlo. Pero ahora, tenemos al elefante de la transformación digital enfrente de nosotros. En apenas 3 meses, las universidades nos hemos visto obligadas a iniciar esta transformación que, de manera habitual, podría haber durado varios años.
es un bicho demasiado grande como para poder comérselo de una vez, y menos comérselo uno sólo.
Os confieso que es un tema que me inquieta. Por eso, antes de que el verano con sus calores y relajo, difumine mi cuota de neuronas y pensamientos lúcidos, comparto mis reflexiones y sugerencias con vosotros. Y es que. al final, las soluciones, tienen que venir de todos.
TRES IDEAS
LA DIGITALIZACIÓN ES UNA NECESIDAD. Sin duda, el Coronavirus ha puesto de manifiesto, de golpe y sin anestesia, que digitalizarse es necesario. Las instituciones educativas han iniciado esta transformación, con mayor o menor fortuna, pero la buena noticia es que la han iniciado. Digitalizarse no es algo opcional y, en mi opinión, el enfoque no debe reducirse a una elección entre presencial o digital. Entre el blanco y el negro hay una rica gama de matices que es necesario encontrar y aprovechar. Además, viendo las tendencias de digitalización de la sociedad,me atrevo a decir que las instituciones educativas que no se transformen digitalmente, no van a sobrevivir.
LA DIGITALIZACIÓN ES UNA OPORTUNIDAD. La digitalización puede ser una oportunidad de diferenciación, de revisar nuestro modelo de negocio y ver cómo la transformación digital nos puede ayudar a aportar valor. La digitalización puede contribuir a una mayor personalización y engagement con los alumnos. Es una oportunidad también para enriquecer el rol del docente que aparece como un «coach» y guía del alumno dentro de este proceso. Asimismo, el tele-trabajo también ha permitido una mayor conciliación y, en muchos casos, mejores resultados. Y, sin duda, la digitalización abre la puerta a nuevas metodologías como las “flipped classroom”, el uso de Realidad Virtual, Realidad Aumentada, o a nuevos conceptos como el de “edutainment” en la que el entretenimiento se asocia al aprendizaje y se cuida más la experiencia del alumno.
LA DIGITALIZACIÓN ES UNA RESPONSABILIDAD. Esta tercera idea sobre la digitalización, quizás sea la menos visible pero es en la que, en mi opinión, más nos jugamos todos. Esta idea, enlaza directamente con la misión de las universidades de generar y transferir el conocimiento y también enlaza con los objetivos de desarrollo sostenible (educación de calidad, trabajo decente y crecimiento económico, reducción de las desigualdades,…). La educación es el más potente ecualizador social y la digitalización puede potenciar muchísimo esta función. Desde las universidades, tenemos una gran responsabilidad en temas como la alfabetización digital, la formación de nuevos líderes humanamente digitales, en la investigación ética sobre las nuevas realidades y, sobre todo, en garantizar el acceso a una educación de calidad superando las múltiples brechas.
Y una vez que tenemos claro que la transformación digital es un elefante al que es necesario comerse, pero que también es una oportunidad y una responsabilidad, llega la gran pregunta ¿cómo nos lo comemos?
Claramente, no podemos hacerlo de una sola vez. Como dice el dicho «one bite at a time». Hace falta un plan, dividirlo en objetivos y acciones concretas y medibles y, además es una labor de equipo. Y ese equipo lo tendríamos que conformar todos los agentes del proceso educativo.
TRES SUGERENCIAS
PONER EL FOCO EN EL LUGAR CORRECTO. Creo que las universidades no tendrían que poner el foco en lo que son o han sido, sino en lo que pueden llegar a ser y en cómo pueden aportar más valor, lo cual no significa renunciar a su esencia y valores. Además para esta transformación, y con el panorama VUCA al que nos enfrentamos, no son suficientes los modelos y reglas tradicionales. Se va a necesitar un “start-up mindset”, pensar y actuar de modo similar a una start-up, con una visión diferente, asumiendo riesgos, de modo que pasemos:
- De la rigidez a la agilidad
- De la resistencia al cambio a la adaptabilidad
- De la jerarquía y los silos a la redarquía y la colaboración
- Del líder ejecutor al Líder Visionario
MAYOR INVERSIÓN. La segunda sugerencia iría dirigida a la administración y a los responsables políticos, pero también a los responsables de las universidades. Es imprescindible una mayor inversión en educación. En España el gasto público en educación se sitúa en el 3,97% del PIB, algo menos de uno de cada diez euros gastados por las administraciones. Y hay ejemplos no muy lejanos como el de Portugal que invierte un 5%, y ya se están viendo los buenos resultados. Si distinguimos por tipo de educación, los datos muestran que España gasta muy poco en educación primaria y terciaria (formación profesional y universitaria) y, sin embargo, se sitúa casi en la media europea en secundaria. Esto significaría que el esfuerzo habría que hacerlo al principio y al final del proceso de formación. Y este esfuerzo inversor de las administraciones, debería tener también su reflejo en los propios presupuestos de cada universidad.
MAYOR COLABORACIÓN. Esta tercera sugerencia me lleva a todos nosotros, independientemente de nuestra área de influencia. Para que la universidad acometa con éxito su transformación digital, es necesario un ejercicio de humildad: no podemos solos con este elefante. Es preciso que todos los diferentes actores nos sentemos, nos escuchemos y colaboremos activamente, poniendo el bien común por delante, siendo generosos en nuestras aportaciones y superando otras cuestiones como miedos y desconfianzas.
Ahora es el momento de no perder el terreno ganado, y de tomar decisiones urgentes, responsables y valientes con una actitud y una visión nuevas.